viernes, 12 de diciembre de 2008

Segundo Módulo del Seminario de Vida en el Espíritu Santo


La realidad del pecado

El mundo está amenazado y oprimido por el mal
a) Dios hizo bueno al mundo. Al hombre lo creó en estado de justicia, que es la rectitud
del amor divino; lo hizo dependiente de sí con la dependencia de la intimidad de quien
ama. Quiere que el hombre sea así.
b) Sin embargo, el mundo está amenazado y oprimido por el mal y todos sufrimos por
ello (1Jn. 5, 19). La situación del mundo, aunque cambia constantemente, manifiesta el
mal y la miseria, el desorden y la destrucción. En la vida individual de cada persona, sus
aspiraciones al bien se encuentran ensombrecidas y destruídas por su inclinación al
mal.
Esta situación sólo se entiende admitiendo la realidad del pecado
“La inmensa miseria que oprime a los hombres y su inclinación al mal y a la muerte no son
comprensibles sin su conexión con el pecado de Adán y con el hecho de que nos ha transmitido
un pecado con que todos nacemos afectados y que es muerte del alma” (SIS 403)
a) El pecado
El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor
verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a
ciertos bienes
. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana.
Ha sido definido como “Una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna”
(San Agustín). El pecado es una ofensa a Dios: “ contra ti, contra ti sólo he pecado,
lo malo a tus ojos cometí” (Sal. 51, 6),
El pecado se levanta contra el amor que Dios
nos tiene y aparta de El nuestros corazones. Como el primer pecado, es una
desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse como dioses,
pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn. 3, 5). El pecado es de este
modo “Amor a sí hasta el desprecio de Dios” (San Agustín). Por esta exhaltación
orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que
realiza la salvación” (Cfr.,Flp. 2, 6-9) (CIC. 1849 Y 1850).
b) El pecado originalFue cometido por Adán y Eva y es el estado en que nace el hombre. Es la muerte que
Satanás busca dar a todos los humanos conduciendo al hombre a querer otra cosa
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distinta de lo que Dios habia planeado, pretendiendo ser como Dios. Este pecado
destruyó el orden del mundo y se nos transmitió, de manera misteriosa a todos los
hombres. Y todos nacemos con el pecado de origen. Una vez bautizados se nos ha
quitado, pero nos quedan las consecuencias: la ignorancia, la inclinación al pecado o
concupiscencia, la debilidad y la muerte.
e) El pecado personalEl pecado personal, el que cada persona comete libre y concientemente, es igualmente
rebeldía, independencia ante Dios, rechazo de su voluntad, es un no a Dios y a lo
que El ha querido y planeado para el hombre. Esta clase de pecado no es una falla, un
error, un defecto, (estas cosas no rompen la armonía del mundo porque no son
voluntarias ni imputables). Nosotros contribuimos eficazmente al mal del mundo
con nuestros propios pecados personales.
Satanás promueve el pecado apoyado por nuestra concupiscencia y en nuestra
debilidad. El demonio, “mentiroso y homicida desde el principio” (Jn. 8, 44) actuó
por envidia y con engaño para causar al hombre su desgracia y su muerte, y esto lo
sigue haciendo al tratar de asociar al hombre a su propia rebelión contra Dios. No
debemos ignorar la realidad del maligno y de su obra. “Por el pecado de los primeros
Padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre.
El pecado original entraña la servidumbre bajo del poder del que poseía el imperio de la
muerte, es decir del diablo” (Cc. de Trento) (CIC 407).
d) El pecado social
“Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los
hombres confieren al mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede
ser designada con la expresión de S. Juan: El pecado del mundo (Jn. 1. 29). Mediante
esta expresión se significa también la influencia negativa que ejercen sobre las
personas las situaciones comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de
los pecados de los hombres” (CIC 409)
Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves
errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres.
(CIC 407).
Admitir que soy pecador es el principio de la salud“Si decimos ‘no tenemos, pecado’ nos engañamos y la verdad no está en nosotros”. (1Jn. 1, 8).
Un gran número de católicos dicen que no cometen ‘pecados grandes’, sino sólo
pecaditos y no están muy dispuestos a aceptar que son pecadores. Creen que
somos pecadores si cometemos pecados. La realidad es la contraria: somos
pecadores y por eso podemos cometer, y de hecho cometemos pecados. No obstante
la acción de los sacramentos, en nuestra vida sigue una fuerte tendencia al
desorden.
Decir ‘no soy pecador’ o ‘no soy tan pecador’, es como creer que no soy como los
demás hombres, y eso es fariseísmo. De nuestro corazón puede salir lo peor, y si
no ha salido todavía es porque Dios nos ha librado de ello, pero no porque seamos
mejores.
No admitir que eres pecador no te hace mejor, en cambio el admitir tu pecado te
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pone frente a la misericordia de Dios que te salva.
Dios se deja encontrar por los
pecadores y envió a su Hijo para salvarlos, pero no puede hacer nada por los que se
creen justos. Ellos, sin decirlo, ‘no necesitan al Salvador’, porque consideran que se
salvan solos. En cambio, los santos se reconocen como los más grandes pecadores.
La vida cristiana se nos presenta como una lucha.
El hombre tiene que luchar por su verdadera felicidad, que es Dios mismo. Aunque
El se nos da por pura gracia, la felicidad no es un simple, regalo del que el hombre
pueda gozar sin esfuerzo. El pecado y su acicate, la concupiscencia, siempre lo
acecharán para esclavizarlo y quitarle la verdadera felicidad. El pecado y la
concupiscencia no pueden ser destruidos por las solas fuerzas humanas.
San Pablo dice: “Bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne (el
hombre natural); en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no al realizarlo,
puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago
lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí” (Rm.
7,18-20).
Pero el hombre no ha perdido la libertad frente al pecado, pues aunque no pueda
contra él por sí solo, es libre para rechazarlo. Para vencerlo necesita sin embargo,
del auxilio de Dios. “...no lo abandonaste al poder de la muerte” dice del hombre la
Liturgia de la Eucaristía.
A través de toda la historia del hombre, se extiende una dura batalla contra los
poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el
último día según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir
continuamente para adherirse, al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la
gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo (G.S. 37, 2) (CIC 409).
Jesús vivió esa lucha, fue tentado, nos dió ejemplo, diciendo siempre ‘no’ al pecado
y sí a Dios, su Padre. Cada tentación es una ocasión de acercamiento a Dios.
Renuncia al pecado
La libertad para aceptar la gracia de renunciar al pecado está en tu poder. No somos
esclavos del pecado, tu libertad no está sujeta al pecado. “Para ser libres nos libertó
Cristo”. “Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo
de la esclavitud” (Ga. 5, l). Dios te pide tu rechazo al pecado. Con tu decisión y tu
confianza en El, su poder te libera del pecado.
AL TERMINAR LA LECTURA PODRAN COMENTAR LAS IDEAS O LOS PARRAFOS
RESUMEN
La realidad del pecado se extiende a todos los ámbitos de la vida social. El hombre
desde el principio de la historia se encuentra enfermo con una enfermedad crónica y
mortal, que adquirió en un acto libre al negarse a responder al plan de Dios, cayendo
en una situación de desgracia, de no salvación y no querida, por su Creador. Buscando
salvarse a sí mismo, termina experimentando vacío de Dios que produce frustración,
división e incapacidad de responder al sentido de la existencia con libertad y
responsabilidad.
Trabaja personalmente con la palabra
D. ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS
1Jn. 3,8: “Quién comete pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio. El hijo de
Dios se manifiesta para deshacer las obras del diablo“.

DOMINGO
Lc. 15,14 Reconoce que no eres feliz.
Lc. 19, 1-10 Ora y medita sobre el rico Zaqueo.
LUNES
Gn. 3, 9-14 Acepta que te equivocaste.
1Jn. 1, 10 Ora y medita sobre la realidad de todo hombre.
MARTES
Rm. 3,23 Reconoce que necesitas ayuda.
Lc. 16,19 Ora y medita sobre las consecuencias del pecado.
MIÉRCOLES
Rm. 3, 23 Reconoce que eres pecador.
Jn. 8, 34
Rm. 6, 20-23 Ora y medita sobre el salario del pecado.
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JUEVES
Lc. 15, 18-20 Anhela el perdón de Dios.
Lc. 16, 9-14 Ora y medita sobre la actitud del publicano.
VIERNES
Sal. 50 Pon tu pecado ante Dios. El Miserere.
Jon. 4, 1-3 Ora y medita sobre la misericordia de Dios.
SABADO
Lc. 1, 26-39 Mira a María, la llena de gracia.
Ef. 1, 4 Ora y medita para ser santos e inmaculados en el amor.
APRENDE DE MEMORIA
Is. 1, 18 “Así fueran vuestros pecados como la grana, cual nieve blanquearán. Y así fueran rojos
como el carmesí, cual lana quedarán”

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