Alguno preguntará: “Y yo, que estoy bautizado, ¿no estoy lleno del Espíritu Santo?” Le respondo: Por el Bautismo y la Confirmación estamos llenos del Espíritu Santo. Pero podría darse el caso que lo tengamos como a un amigo a quien entristecemos con nuestra conducta, y entonces él no produce en nosotros la alegría de ser cristianos. Por ello San Pablo escribía: “No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención” (Ef 4,30). Puede suceder también que lo tengamos como una luz que apagamos, y entonces no nos ilumina para comprender el Evangelio. Por ello San Pablo también escribe: “No extingan la acción del Espíritu” (1 Ts 5,19). Cuando sucede esto, y sucede con mucha frecuencia, por mucho ruido que hagamos los cristianos, no llamamos la atención de nadie. Adoptamos los criterios del mundo, y el mundo nos confunde con los suyos.
Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia
viernes, 19 de junio de 2009
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