lunes, 6 de abril de 2009

Lunes de la Semana Santa

lunes 06 Abril 2009

San Hegesipo, San Samuel, Los Mártires de Persia, Beato Miguel Rua



Leer el comentario del Evangelio por
San Jerónimo : «La casa se llenó de la fragancia del perfume»

Lecturas

Isaías 42,1-7.
Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace
mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las
naciones.
El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles.
No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente.
Expondrá el derecho con fidelidad;
no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra,
y las costas lejanas esperarán su Ley.
Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que
extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo
que la habita y el espíritu a los que caminan por ella.
Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te
destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones,
para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los
cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.


Salmo 27,1.2.3.13-14.
De David. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es
el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?
Cuando se alzaron contra mí los malvados para devorar mi carne, fueron
ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropezaron y cayeron.
Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no temerá; aunque estalle
una guerra contra mí, no perderé la confianza.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor.


Juan 12,1-11.
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro,
al que había resucitado.
Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los
comensales.
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió
con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó
con la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo:
"¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a
los pobres?".
Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón
y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.

Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día
de mi sepultura.
A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán
siempre".
Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba
allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que
había resucitado.
Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro,
porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de
él.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Jerónimo (347-420), presbítero, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Marcos; PLS 2, 125s

«La casa se llenó de la fragancia del perfume»

Leemos en el evangelio de Marcos: «Estando él en Betania, en casa de
Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco
de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio» (14,3). Esta mujer
os concierne directamente a vosotros que vais a recibir el bautismo. Ella
rompió el frasco de alabastro para que Cristo, el Ungido del Señor, por la
unción haga de vosotros unos cristianos. Es lo que se dice en el Cantar de
los Cantares: «Tu nombre es un perfume que se expande; por eso te aman las
doncellas. Llévame en pos de ti: ¡Corramos!» (1,3-4). Mientras el perfume
permanecía encerrado, mientras Dios no era conocido en Judea, mientras su
nombre sólo era grande en Israel (Sl 75,2) las doncellas no seguían a
Jesús. Pero desde que se derramó por el mundo entero, las almas de los
creyentes han seguido al Salvador... Rompió su frasco de alabastro para que
todos se aprovecharan del perfume...; este acto nos recuerda al grano se
trigo que «si no cae en tierra y muere, no da fruto» (Jn 12,24); de la
misma manera, si no se rompe el frasco, no nos podemos ungir con el
perfume. Esta mujer no es la misma que es nombrada en otro
evangelio por haber lavado los pies del Señor (Lc 7,38). Porque esta mujer
que hasta entonces era un pecadora de mala vida..., inunda con sus lágrimas
los pies del Salvador y se los seca con su cabellos; pero no es más que en
apariencia que lava los pies del Salvador, porque en realidad es ella la
que se lava de sus pecados... Que os ocurra lo mismo a
vosotros que vais a recibir el bautismo: puesto que todos somos pecadores y
«nadie es puro, aunque su vida dure tan sólo un día» (Jb 14,4 LXX)...,
comenzad por agarrar los pies del Salvador, lavadlos con vuestras lágrimas,
enjugádselos con vuestros cabello; cuando hayáis hecho esto, entonces le
tocaréis la cabeza, tal como lo hace la mujer en Marcos. En el momento de
bajar a la fuente de la vida con el Salvador, debéis fijaros cómo el
perfume llega a la cabeza del Salvador. Porque «si la cabeza de todo hombre
es Cristo» (1C 11,3), también vuestra cabeza debe estar perfumada, pues por
el bautismo recibiréis esta unción.

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