martes, 15 de septiembre de 2009

Martes 15 Septiembre 2009




Nuestra Señora de los Dolores



Leer el comentario del Evangelio por
Ruperto de Deutz : «Ahí tienes a tu madre»

Lecturas

Hebreos 5,7-9.
El dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos
y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su
humilde sumisión.
Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos
qué significa obedecer.
De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación
eterna para todos los que le obedecen,


Salmo 31(30),2-6.15-16.20.
Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca me vea defraudado! Líbrame, por tu
justicia
inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca
protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: "Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos". Líbrame del poder de mis enemigos y de
aquellos que me persiguen.
¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles; y la
brindas a los que se refugian en ti, en la presencia de todos.


Juan 19,25-27.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María,
mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le
dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento,
el discípulo la recibió en su casa.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Ruperto de Deutz (hacia 1075-1130), monje benedictino
Comentario al evangelio de Juan, 13; PL 169, 789

«Ahí tienes a tu madre»

«Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre». ¿Con qué derecho
el discípulo que Jesús amaba es el hijo de la madre del Señor? ¿Con qué
derecho ésta es su madre? Es porque ella había dado a luz, entonces sin
dolor, al que es la causa de la salvación de todos cuando de su carne nació
el Dios hecho hombre. Ahora es con gran dolor que ella da a luz estando de
pié junto a la cruz. A la hora de su Pasión, el mismo
Señor había, justamente, comparado a los apóstoles con una mujer que da a
luz, diciendo: «La mujer cuando va a dar a luz está triste porque le ha
llegado su hora. Pero cuando el niño ya ha nacido se olvida de sus
angustias pasadas, porque en el mundo ha nacido un ser humano» (Jn 16,21).
¿Cuánto más un hijo como él ha podido comparar una tal madre, esta madre
que se encuentra de píe junto a la cruz, a una mujer que da a luz? ¿Qué
digo, comparar? Ella es verdaderamente mujer, y verdaderamente madre y, en
esta hora sufre auténticos dolores de parto. Ella no experimentó los
dolores de parto cuando dio a luz a su hijo tal como las demás mujeres; es
ahora que ella sufre, que es crucificada, que experimenta la tristeza como
la que da a luz porque ha llegado su hora (cf Jn 13,1; 17,1)... Cuando esta hora habrá pasado, cuando la espada de dolor habrá
traspasado enteramente su alma que da a luz (Lc 2,35), entonces tampoco
ella «se acordará ya más de la angustia sufrida, porque en el mundo ha
nacido un ser humano» –el hombre nuevo que renueva todo el género humano y
reina sin fin sobre el mundo entero, verdaderamente, más allá de todo
sufrimiento, nacido inmortal, el primer nacido de entre los muertos. Sí, en
la Pasión de su hijo único, la Virgen ha dado a luz la salvación para
todos, por eso es en verdad la madre de todos.

No hay comentarios: