sábado, 26 de septiembre de 2009

LA ORACION EN LENGUAS

La oración en lenguas
Autor: Ceferino SANTOS, S.J.
Aclaraciones necesarias
Es infrecuente hallar en los diccionarios de espiritualidad o en los tratados sobre la oración y sus métodos una sola palabra acerca de la oración en lenguas. Esto resulta aún más extraño cuando se trata de un modo de oración bíblico y evangélico, que se viene practicando, con interrupciones, desde Moisés hasta nuestros días. Incluso he sabido de prohibiciones a personas concretas para que no oren en lenguas por parte de directores espirituales y autoridades eclesiásticas. San Pablo 'daba gracias a Dios porque oraba en lenguas más que los otros' (1 Co 14,18). Supongo que a San Pablo, que reconoce la autenticidad en la Iglesia de Cristo de la oración en lenguas, inspirada por el Espíritu Santo, no le corregirían la página doctores o teólogos más o menos doctos o indocumentados.
Existen diferentes razones para la oposición y el rechazo en ambientes eclesiales de la oración en lenguas. Recordemos, por ejemplo, la costumbre eclesial de iniciar en la oración a los creyentes por medio de la oración vocal y mental, tan discursiva, tan metódica y racional. Esto descoloca totalmente a los maestros y a los discípulos de oración, que no van a ver con buenos ojos una oración no discursiva, que suena a jerigonza. Pero sucede que esta oración también nos comunica con Dios. San Pablo decía: "El que habla en lengua no habla a los hombres sino a Dios. En efecto, nadie le entiende y dice en espíritu cosas misteriosas" (1 Co 14,2). Algunos pueden pensar desde su racionalismo espiritual, que la oración que no se entiende no es oración. Y esto es falso. Algunas personas, que recitaban hace años el Oficio divino en latín, -lengua que desconocían-, tenían intención de orar y oraban, aunque no entendieran el latín. La oración en lenguas es oración hecha desde el Espíritu con gemidos inenarrables.
A otros la oración en lenguas les parece algo poco serio en personas maduras. Sin embargo, es el propio Espíritu de Dios el que ruega en nosotros, que no sabemos como pedir, con gemidos y súplicas que no se pueden expresar (Rm 8,26). Puede parecer que se trata aquí de un prelenguaje ilógico e infantil, pero si no nos hacemos como niños no entramos en los secretos de Dios y del reino de los cielos (Mt 18,3). La oración en lenguas es la puerta para otros dones del Espíritu. La puerta no es la casa, pero es su entrada normal. Podría resultar peligroso bloquear esta puerta a la oración. Orar en lenguas es un sometimiento y un abandono infantil en las manos del Espíritu para clamar a Dios con los sonidos ininteligibles que él quiera poner en nuestros labios. El olvido del yo y del propio prestigio introduce en una humildad que agrada a Dios.
La oración en lenguas es una respuesta divina al orgullo humano y a las limitaciones del lenguaje oracional corriente. "Como dice Iragui, es un bofetón en la cara del viejo y orgulloso Adán. Pero, ante todo, es la respuesta divina a las limitaciones de la mente y del vocabulario humano". Dios no cabe en nuestras palabras y en nuestras mentes y el Espíritu ora en nosotros con gemidos inenarrables para trascender nuestras limitaciones y barreras. "Se trata en el don de orar en lenguas de una expresión religiosa que traduce lo inefable" de Dios afirma Benigno de JUANES.
Hoy, millones de pentecostales y neopentecostales, oran a Dios en lenguas y miles de católicos les acompañan, movidos por el Espíritu de Dios. De repente, en una oración o un culto, donde todo estaba medido y razonado, llega el Espíritu de un modo nuevo y suprarracional, sin que sepamos de dónde viene y a dónde va, y nos arrastra por caminos de oración con expresiones y sonidos extraños a nuestras costumbres y rutinas institucionalizadas, trascendiendo el pensar racional y las exigencias de la mente psíquica y discursiva. Algunos tropiezan con dificultades en su oración vocal o mental, y se refugian en una oración de simplicidad en lenguas, que no les exige demasiados esfuerzos racionales. A veces en la misma oración de quietud y contemplativa se da una "loquela" interna y aun externa, semejante al rezo en lenguas. Este fenómeno de amplia experiencia espiritual no se debe pasar por alto al exponer los diversos caminos de la oración cristiana.
El fenómeno de la oración en lenguas en el Antiguo Testamento
Al recordar entre los diversos tipos de oración cristiana a la oración en lenguas, no es necesario remontarse a la exaltación profética de los setenta ancianos, que reciben una parte del espíritu de Moisés y comienzan a profetizar todos juntos con expresiones extrañas sin poderse detener (Nm 11,25). Ni necesitamos acudir al frenesí de los profetas de Guibeá, a los que se une Saúl en trance, después de haber sido ungido por Samuel como rey, y que hace exclamar a uno del pueblo: "¿Quién es el padre de éste? (1 S 10,12), puesto que se expresaba con lenguas extrañas a la de Israel. A causa de este modo raro y oscuro de hablar, se llamaba a veces a los profetas "locos" (mesuggá) ( 2 R 9,11; Jr 29,26; Os 9,7).
El lejanísimo profeta Isaías recordaba que Dios se comunicaba con mensajes en lenguas no conceptuales: "¿A quien se le hará entender lo que oye? A los recién destetados, a los retirados de los pechos. Porque dice: Sau la sau, sau la sau, cau la cau, cau la cau, zeer šam, zeer šam. Sí, con palabras extrañas y con lengua extranjera hablará a este pueblo" (Is 28,9-11). Los remedos de un lenguaje ininteligible y bárbaro también son utilizados por el Espíritu de Dios para su comunicación oracional y profética en nosotros.
En los Salmos se nos recuerda este modo de orar a Dios con palabras ininteligibles de aclamación y júbilo: "Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo... Dios sube entre aclamaciones de júbilo, Yahvé al resonar de la trompeta" (Sl 47,2.6). "Dídimo, escritor cristiano del siglo IV, comenta empalmando esta experiencia del Antiguo Testamento con los júbilos carismáticos del cristianismo primitivo: 'La jubilación es el grito sin significado -Foné ásemo-) que se lanza cuando caen los enemigos. Dios sube, en efecto, comenta Alberto Ibáñez, por el hecho de que es encontrado por encima de nuestro pensamiento, hyperáno tes noéseos. Dios fue honrado con palabras que superan nuestro entendimiento, es decir, con oración de lenguas en el Testamento Antiguo.
¿Oró Jesús en lenguas?
Es muy probable que Jesús, Maestro de oración, orase también en lenguas. En la cruz, antes de expirar, "Jesús, gritando de nuevo con gran voz, exhaló el espíritu" (Mt 27,50). Se trata de una oración en gritos y gemidos, que San Lucas interpreta como: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23,46). San Mateo, dice que "gritó de nuevo". Antes Jesús "alrededor de la hora de nona clamó con fuerte voz: '¡Elí, Elí!, ¿lemá sabactani?', esto es, '¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?'. Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: 'A Elías llama éste'." (Mt 27,46-47). Muchos no entendieron en el grito de Jesús las palabras hebreas del Salmo 22,2. Cristo en la cruz ora con el grito y el gemido propio de la oración en lenguas.
Ante el sepulcro de Lázaro, Jesús 'se conmovió en el espíritu' (enebrimésato to pnéumati, Jn 11,33.38). Jesús no reprimió cierto sonido inarticulado de conmoción fuerte, pronunciado con el Espíritu y gimió y murmujeó por medio de su Espíritu. Esto es orar en lenguas.
Al regresar los setenta y dos discípulos de su misión, "Jesús exultó en el Espíritu Santo" (Lc 10,21). El verbo agal•liáo, llenarse de gozo en el Espíritu es otro equivalente para expresar el comienzo de una oración de bendición y de acción de gracias en lenguas. No podemos excluir este modo de orar en la vida de Jesús.
En otra ocasión, Jesús "dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dijo: '¿Por qué esta generación pide una señal?'." (Mc 8,12). El texto griego dice: anastenátsas to pneúmati, gimiendo con el espíritu, esto es, orando no desde la razón, sino desde el espíritu. ¿Por qué Jesús no iba a orar también por nosotros con gemidos inefables? (Rm 8,26). Ante el sordomudo de Decápolis Jesús "levantando los ojos al cielo, dio un gemido (esténatse, de nuevo) y le dijo: 'Effathá', que significa 'ábrete'." (Mc 7,33). ¿No se trasluce aquí también la oración de lenguas, de gemidos o en el espíritu y en lengua distinta a la de sus oyentes?
Incluso en el Bautismo de Cristo en el Jordán algunos intérpretes han querido ver en la frase: "Descendió sobre él el Espíritu en forma de paloma" (Mc 1,10), una experiencia pneumática en Cristo, que según A. Ibáñez, se manifestó con un canto en forma de arrullo, gemidos y zureos de paloma.
Finalmente, la Carta a los Hebreos sugiere que Cristo oraba continuamente de un modo parecido al de la oración en lenguas: Cristo, "habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y deprecaciones con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente" (Hb 5,7). Las deprecaciones (hiketerías) con poderoso clamor y lágrimas recuerdan una vez más las características comunes de una oración en lenguas, que Cristo mismo utilizó en la oración del Huerto de los Olivos y en otros momentos de su vida mortal.
Oración eclesial en lenguas
Es en Pentecostés cuando comienza propiamente la exaltación cristiana de la oración en lenguas. Baja sobre los apóstoles un desbordamiento del Espíritu Santo, en forma de lenguas como de fuego, y ellos se ponen a hablar en otras lenguas como el Espíritu les concedía expresarse (Hch 2,3-4). Los apóstoles están hablando un lenguaje distinto del habitual. Este lenguaje oracional es comprendido por unos misteriosamente en sus propias lenguas; otros, en cambio, no entienden nada y creen que los discípulos están borrachos. (Hch 2,11-13). Tanto si se trata de un fenómeno de xenoglosia (hablar en lengua extranjera) como si se trata de una glosolalia (mensaje no inteligible) hasta que el Espíritu de Dios no conceda una interpretación, Pentecostés es el comienzo de la posterior utilización de las lenguas en la oración de la Iglesia.
Se da una estrecha relación entre la recepción gratuita del Espíritu Santo y el orar en lenguas. Cuando Pedro predica a Jesús en la casa de Cornelio en Cesarea del Mar, "los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos al ver que el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios" (Hch 10,45-46). En Éfeso, los discípulos que reciben el bautismo en el nombre de Jesús, "habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar" (Hch 19, 6). El mismo Espíritu Santo enseña a orar con los gemidos inefables de lenguas extrañas después de su efusión poderosa en los creyentes. La oración en lenguas existió en la primitiva Iglesia y, de un modo especial, en la iglesia de Corinto.
San Pablo y la oración en lenguas
San Pablo distingue con claridad entre el orar con la mente y orar con el espíritu. "Oraré con el espíritu, pero oraré también con la mente. Cantaré salmos con el espíritu, pero también los cantaré con la mente" (1 Co 14,15). Orar o cantar con el espíritu es lo mismo que orar o cantar en lenguas, pues en ambos casos la oración es ininteligible y nadie le entiende, "pues dice en espíritu cosas misteriosas" (1 Co 14,2).
Cuando uno ora en lenguas en la asamblea, conviene que alguien "interprete, para que la asamblea reciba edificación" (1 Co 14,5). "El que habla en lengua, pida el don de interpretar" (1 Co 14,13). La interpretación no es una traducción de la oración individual en lenguas, sino una aclaración del mensaje, inspirada por el Espíritu Santo. La interpretación puede venir del mismo que hace la oración en lenguas (1 Co 14, 5c), o, más frecuentemente, de otro que recibe de Dios la sustancia del mensaje proclamado. "Si se habla en lengua, que hablen dos o a lo más tres; y que haya un intérprete. Si no hay quien interprete, guárdese silencio en la asamblea; hable cada cual consigo mismo y con Dios." (1 Co 14,27-28).
Aquí San Pablo recomienda la oración en lenguas en privado. Se trata de un uso oracional muy común. Otras veces, se ora individualmente en una asamblea de oración. Entonces San Pablo pide el don de la interpretación para que la asamblea entienda y saque provecho espiritual. Puede ser que la oración en lenguas se haga en canto y comunitariamente: "Llenaos más bien del Espíritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados (odaîs pneumatikaîs); cantad y salmodiad al Señor desde vuestros corazones" (Ef 5,18-19). Esos cánticos y salmodias inspirados por el Espíritu (pneumatikaîs) evocan claramente la oración comunitaria en lenguas. "Cantaré salmos con el espíritu (en lenguas), pero también los cantaré con la mente" (1 Co 14,15).
Para San Pablo, la oración en lenguas discernida y ordenada es buena y recomendable: "No impidáis que se hable en lenguas; pero hágase todo con decoro y orden" (1 Co 14,39-40). La conveniencia, el decoro y el orden mostrarán cuando es conveniente o no la oración de lenguas en público. En privado San Pablo no se opone a este tipo de oración: "Deseo que habléis todos en lenguas" (1 Co 14,5a). Y así ha sucedido, insiste Ibáñez, a lo largo de la historia de la Iglesia.
Observaciones finales
Toda oración en lenguas debe ser discernida por sus orígenes, su desarrollo y sus frutos para ver si proviene del Espíritu Santo que ora con gemidos inenarrables en los creyentes. Hay expresiones de sentido oculto como los matras hindúes que se repiten insistentemente hasta producir un estado de concentración o hechizamiento, que no tienen nada que ver con la oración en lenguas. Ésta es producida por el Espíritu que desde la unción y la devoción interna lleva a las expresiones en lenguas, mientras que en los mantras, la repetición de las frases misteriosas produce como consecuencia un estado interior parecido al ensimismamiento. En sesiones satánicas se da el fenómeno de lenguas para adquirir poderes, pero nunca una oración en lenguas que alabe y glorifique a Dios. Estados mentales alterados de exaltación, paranoia o drogas pueden producir expresiones parecidas a la oración en lenguas, pero vacías de devoción y piedad verdaderas. Ni por su origen (Espíritu Santo), ni por su modo (sometimiento reverente al Señor) ni por su finalidad (glorificar a Dios) se puede confundir la verdadera oración en lenguas con sus caricaturas.
En cambio, en momentos de oración profunda resulta casi imposible comunicarse con Dios con nuestras limitadas expresiones semánticas y brota la oración en lenguas. "Parece legítimo llegar a la conclusión de que hablar en lenguas no es tanto el vértice de una experiencia emocional, sino más bien el límite de la capacidad humana de alabar a Dios, que es infinito. Después que se han usado todas las palabras, después que se ha apelado al universo entero y se han agotado todas las formas y todos los modos (cfr. Dn 3,5-90; Sal. 148; 149; 150, etc.) no queda más recurso que esta oración absoluta e importante, a la cual el Espíritu concede dimensiones de infinito", cómo afirma eln P. Mario Panciera.
San Agustín expresaba la necesidad de la oración en lenguas con la maravillosa concisión de su latín: "Si eum fari non potes, et tacere non debes, ¿quid restat nisi ut iubiles?": "Si no aciertas a hablar de Dios y, por otra parte, no te es lícito callar, ¿qué te queda sino que jubiles para que goce el corazón sin palabras y la inmensa amplitud de los gozos no tenga los límites de las sílabas?". Para San Agustín jubilar es lo mismo que orar y cantar en lenguas.
No importa mucho la pobreza o la repetición de los mismos sonidos: "Al orar en lenguas, aunque sólo se repita una palabra o los mismos sonidos al oído humano, la oración varía infinitamente, explica M. Iragui, pues es el Espíritu el que determina su sentido; y el Espíritu es simpre nuevo, original y creativo..... Hoy son muchos los millones de cristianos que oran en lenguas. El Espíritu se sirve, sin duda, de ellos para bendecir a muchísimos millones. Si el Señor te da el deseo de orar en lenguas, ofrece tu lengua al Espíritu y acéptalo con humildad y sencillez cuando aflore". Las raíces psicológicas del lenguaje y el mismo subconsciente humano se someten a Dios y se purifican en la oración en lenguas. El modo de orar no importa mucho; lo que sí interesa es que el Espíritu de Dios guíe tu oración y te enseñe la oración con gemidos inenarrables y con salmos espiritualmente inspirados.
TESTIMONIOS
"¡OH QUE BUENA LOCURA, HERMANAS!"
Santa Teresa de Jesús hablaba en sus Sextas Moradas de una oración de "algarabía", con un lenguaje ininteligible y parecido a la lengua complicada de los árabes en España, que, a veces, utilizaban sus monjas carmelitas en su oración y en sus recreos. Habla así la Santa reformadora:
"Da nuestro Señor al alma algunas veces unos júbilos y oración extraña, que no sabe entender qué es... Es, a mi parecer, una unión grande de las potencias, sino que las deja nuestro Señor con libertad para que gocen de este gozo, y a los sentidos lo mismo, sin entender qué es lo que gozan y cómo lo gozan. Parece eso algarabía, y cierto pasa así, que es un gozo tan excesivo del alma que no querría gozarle a solas, sino decirlo a todos, para que la ayudasen a alabar a Nuestro Señor, que aquí va todo su movimiento..... Esto debía sentir san Francisco, cuando lo toparon los ladrones, que andaba por el campo dando voces, y les dijo que era pregonero del gran Rey; y otros santos, que se van a los desiertos por poder pregonar lo que san Francisco, estas alabanzas de su Dios. Yo conocí uno llamado fray Pedro de Alcántara (que creo lo es, según fue su vida) que hacía esto mismo, y le tenían por loco los que alguna vez le oyeron. ¡Oh qué buena locura, hermanas, si nos la diese Dios a todas!" TERESA DE JESÚS
"Parecían hacer coro los pájaros"
Citaba el P. Alberto Ibáñez este testimonio breve entre otros muchos:
"En la Convivencia con Cristo, después de la imposición de manos, ya frente al Sagrario, comencé a escuchar cantar en lenguas y me escuché... ¡Aleluya! Yo no te lo había pedido, Señor... ¡Aleluya!... Ya de noche, en vela uní mi canto al de tu creación. Sí: me parecía que todos cantábamos el mismo himno; luego surgió un chi schuí extraño, al que al amanecer parecían hacer coro los pájaros... Y como Tú me creaste para ello... Gracias, Señor". Alberto Ibáñez, S.J.
"Con sinceridad le doy gracias al Señor por el don de lenguas. Ha sido un don hermoso especialmente cuando oro por mí misma y por otros cuando no sé ninguna otra manera de hacerlo. Ahora todo parece muy fácil -sólo dejar al Espíritu orar por medio de usted. También me ha ayudado a crecer el estar abierta al amor de Dios, a la curación y a otros dones del Espíritu. Yo realmente creo con todo mi corazón que este don nos mantiene abiertos al Espíritu y yo oro en lenguas todos los días".
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HORARIO DE LA MISA DE LA RCC LOURDES

HNOS. LES COMUNICAMOS QUE APARTIR DEL JUEVES 1 DE OCTUBRE LAS MISAS DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA DE LA PARROQUIA DE LOURDES, SERÁ A LAS 20:30 HS.
LOS ESPERAMOS

¿LOS CATOLICOS ADORAMOS IMAGENES?




EXPLICACIÓN COMPLETA: www.corazones.org/apologetica/ imagenes.htm (quitar espacios) MÁS RESPUESTAS: www.corazones.org/apologetica/ a_apologetica.htm

GENTILEZA DE MARIA ELINA,HERMANA DE LA COMUNIDAD, QUE LO PASO POR MAIL.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Padre PIO

Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus uerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanaciòn en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.
El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde donde el papá Grazio Forgione y la mamá Maria Giuseppa Di Nunzio ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguiera de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada de sus parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fuè uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.
Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos. Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.
En este largo período el Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fuè lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": “¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.
Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.
La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....”

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento."

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial

martes, 15 de septiembre de 2009

Martes 15 Septiembre 2009




Nuestra Señora de los Dolores



Leer el comentario del Evangelio por
Ruperto de Deutz : «Ahí tienes a tu madre»

Lecturas

Hebreos 5,7-9.
El dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos
y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su
humilde sumisión.
Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos
qué significa obedecer.
De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación
eterna para todos los que le obedecen,


Salmo 31(30),2-6.15-16.20.
Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca me vea defraudado! Líbrame, por tu
justicia
inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca
protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: "Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos". Líbrame del poder de mis enemigos y de
aquellos que me persiguen.
¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles; y la
brindas a los que se refugian en ti, en la presencia de todos.


Juan 19,25-27.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María,
mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le
dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento,
el discípulo la recibió en su casa.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Ruperto de Deutz (hacia 1075-1130), monje benedictino
Comentario al evangelio de Juan, 13; PL 169, 789

«Ahí tienes a tu madre»

«Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre». ¿Con qué derecho
el discípulo que Jesús amaba es el hijo de la madre del Señor? ¿Con qué
derecho ésta es su madre? Es porque ella había dado a luz, entonces sin
dolor, al que es la causa de la salvación de todos cuando de su carne nació
el Dios hecho hombre. Ahora es con gran dolor que ella da a luz estando de
pié junto a la cruz. A la hora de su Pasión, el mismo
Señor había, justamente, comparado a los apóstoles con una mujer que da a
luz, diciendo: «La mujer cuando va a dar a luz está triste porque le ha
llegado su hora. Pero cuando el niño ya ha nacido se olvida de sus
angustias pasadas, porque en el mundo ha nacido un ser humano» (Jn 16,21).
¿Cuánto más un hijo como él ha podido comparar una tal madre, esta madre
que se encuentra de píe junto a la cruz, a una mujer que da a luz? ¿Qué
digo, comparar? Ella es verdaderamente mujer, y verdaderamente madre y, en
esta hora sufre auténticos dolores de parto. Ella no experimentó los
dolores de parto cuando dio a luz a su hijo tal como las demás mujeres; es
ahora que ella sufre, que es crucificada, que experimenta la tristeza como
la que da a luz porque ha llegado su hora (cf Jn 13,1; 17,1)... Cuando esta hora habrá pasado, cuando la espada de dolor habrá
traspasado enteramente su alma que da a luz (Lc 2,35), entonces tampoco
ella «se acordará ya más de la angustia sufrida, porque en el mundo ha
nacido un ser humano» –el hombre nuevo que renueva todo el género humano y
reina sin fin sobre el mundo entero, verdaderamente, más allá de todo
sufrimiento, nacido inmortal, el primer nacido de entre los muertos. Sí, en
la Pasión de su hijo único, la Virgen ha dado a luz la salvación para
todos, por eso es en verdad la madre de todos.

jueves, 10 de septiembre de 2009

La Renovación Carismática Católica en el pensamiento del Cardenal Leon Joseph Suenens



Por Matteo Calisi
Les presentamos aquí este excelente artículo de Matteo Calisi, el cual fue publicado en el Boletín de ICCRS de Noviembre - Diciembre de 2003, en el Suplemento "Formación de Dirigentes".
En él, el autor desarrolla el pensamiento del cardenal Suenens sobre la vocación original del movimiento carismático y la importancia de no perder ese rumbo.
Este pequeño artículo intenta enfatizar aquellos aspectos del ministerio pastoral del Cardenal Suenens relacionados con su papel como enlace del Papa con la RCC mundial, tanto en tiempos de Pablo VI como de Juan Pablo II.
Entre otras iniciativas en esta área, el Cardenal Suenens comenzó una Consultoría Teológica y Pastoral que fue el punto de comienzo para desarrollar los famosos documentos de Malinas y que hemos descrito en anteriores números del Boletín de ICCRS.
Recientemente tuve el honor y la alegría en Buenos Aires de conocer al P. Carlos Aldunate s.j., uno de los famosos teólogos que trabajaron en los documentos de Malinas. Me informó que una de las preocupaciones principales del Cardenal Suenens en esa época era que la Renovación se arriesgaba a no ser vista según su identidad y naturaleza, esto es como un impulso del Espíritu Santo capaz de renovar múltiples aspectos de la Iglesia. El Cardenal advertía a aquellos responsables en la Iglesia contra la tentación de transformar la Renovación Carismática en un “movimiento” entre otros muchos (cf Memorias y esperanzas, Veritas Publications, 1993 Cap. 6).
Las palabras del P. Aldunate volvieron a traer a mi mente otra convicción que el padre jesuita Paul Lebeau, teólogo privado del Cardenal Suenens, atribuía al Cardenal: la Renovación Carismática ni es un “movimiento entre otros movimientos”, ni es “una manifestación exclusiva, que reemplaza a todo lo demás”, sino que es “una corriente de gracia que pasa llevando a una tensión consciente más alta la dimensión carismática inherente a la Iglesia”. Su propia fuerza dinámica lleva a la Renovación a disolverse, en lo que se refiere a movimiento distintivo, “como las aguas de un río que pierde su nombre cuando desemboca en el mar” (Memorias y esperanzas, Cap. 6).
A la luz de tales afirmaciones, quizás no sea demasiado arriesgado pensar en una Renovación Carismática de la Iglesia, no sólo referido a un “movimiento eclesial” específico. Más bien, designaría, una corriente espiritual o “movimiento” de la Iglesia Católica, análogo a aquellos “ecuménicos”, “bíblicos”, “litúrgicos”, “monásticos” y otros movimientos que proponen de nuevo en nuestros días el redescubrimiento de la persona del Espíritu Santo, la actualidad de la doctrina y del uso de los carismas como se indicaba en el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium 12).
Esta dimensión carismática también existe –y muy notablemente– fuera de los límites de la Iglesia Católica, en la mayoría de las confesiones cristianas. Es un acontecimiento espiritual muy prometedor en términos de buscar un avance mayor hacia la unidad cristiana. Hoy, mas de 600 millones de creyentes de todas las denominaciones cristianas han experimentado la gracia del Bautismo en el Espíritu Santo (cf Oecuménisme et Renouveau Charismatique, Card. Léon J. Suenens). Por esta razón, la Renovación Carismática no es y nunca será la prerrogativa de una élite o la propiedad exclusiva de un “movimiento apostólico” específico. Es una gracia que se encuentra en la Iglesia y es para todo el mundo que desea recibirla con un corazón sincero sin excepción alguna.
Esta preocupación alentó recientemente a otros dirigentes de la Iglesia a evitar la tentación de institucionalizar la experiencia carismática del “Bautismo en el Espíritu” en movimiento de la Iglesia específico, haciéndolo así accesible a cualquier cristiano y concordando con el pensamiento original del Cardenal Suenens. Algunas de estas consideraciones están recogidas en un libro llamado “Reavivar la llama”, elaborado en 1990 por la Comisión de Teólogos y Operarios Pastorales “The Heart of the Church” (El Corazón de la Iglesia) en Techny, Illinois, con el apoyo del Comité “ad hoc” de Obispos para la Renovación Carismática; también aparecen en un libro escrito por el P. Kilian McDonnell, osb y el P. George T. Montague llamado Iniciación cristiana y Bautismo en el Espíritu Santo: Testimonios de los primeros ocho siglos (The Liturgical Press, Collegeville, Minnesota, A Michael Glazier Book, 1991).
Durante mi estancia en Argentina, el P. Aldunate también me dio una copia de un discurso del P. Peter-Hans Kolvenbach, Padre General de la Compañía de Jesús, dirigido a los jesuitas en la Renovación Carismática. En un pasaje, el P. Kolvenbach dice que para el Cardenal Suenens “su primer deseo para el Tercer Milenio era que se termine de hablar de la Renovación como un movimiento al lado de otros movimientos, y que aparece cómo encuentra en el soplo del Espíritu su fuente inacabable de luz y vida, de verdad y de amor. Si algunos en la Iglesia viven esta realidad más explícitamente, no es por constituir aparte una organización paralela de la Iglesia, sino para manifestar lo que en el fondo es la misma y estar enteramente a su servicio. El Cardenal me decía a menudo de ver la manera de pensar de los altos responsables de la Iglesia, para quienes todo debe articularse y organizarse en “movimientos”. Para subrayar mejor que la efusión del Espíritu tiene necesidad de irradiar en y para la Iglesia toda, él prefería en vez de la palabra carismático, según él demasiado estrecha y un poco ambigua, la palabra “pentecostal”, que evoca y promete la actualización del Espíritu en la Iglesia entera, carismas incluidos. Pero poco importa si el encuentro internacional de los carismáticos es todavía considerado y tratado como un movimiento entre otros. Más importante es el hecho que cristianos, y entre ellos jesuitas, dan testimonio de que este don se ha hecho para todos: la experiencia de revivir Pentecostés en su vigor y gratuidad, de recibir como nuevo este bautismo en el Espíritu Santo que no ha cesado de fundar y vivificar la Iglesia y de darle la verdadera vida en abundancia, Él, el Vivificador” (3 de mayo de 2000).
El peligro de la institucionalización excesiva del “movimiento” carismático fue discutido durante la última Reunión de Líderes Carismáticos, celebrada cerca de Roma el pasado mes de septiembre (y cuyos documentos serán publicados). El recientemente creado Comité Teológico Internacional de ICCRS no dejará de reflejar este tema por el bien y por el futuro de la Renovación Carismática.
Los dirigentes carismáticos tienen la misma preocupación que Pablo VI cuando dijo: “¿Cómo entonces puede esta “renovación espiritual” ser otra cosa que una oportunidad para la Iglesia y para el mundo? Y, en ese caso, ¿cómo podemos dejar de hacer todo lo que podamos para que siga siendo así?” (Discurso del Papa Pablo VI a la RCC con ocasión de la Tercera Asamblea Internacional de Dirigentes, Roma, 19 de mayo de 1975).
La experiencia mundial de hoy demuestra que la RCC es desde luego un “movimiento de la Iglesia” pero uno especial. No puede asociarse con los orígenes, la naturaleza, las estructuras que son propios de otros movimientos apostólicos en la Iglesia Católica, como se suele hacer referencia a ellos.
Un documento pastoral reciente de los Obispos de Canadá ha dejado esto muy claro: “Lo que es especialmente notable de la historia y crecimiento rápido de la Renovación Carismática, es la manera a la vez espontánea y sistemática en que surgió entre los fieles para convertirse muy rápidamente en un fenómeno espiritual nacional en la Iglesia Católica de Canadá. Esto es mucho más notable ya que la Renovación Carismática no debe su origen a algún fundador inspirado o figura carismática. No tiene listas de miembros y no está atada a estructuras internas o reglas. La Renovación Carismática es sobre todo una asamblea diversa de fieles, grupos de oración, comunidades y actividades. Sin embargo todos comparten y persiguen las mismas metas, esto es, una conversión personal y continua a Jesucristo, una receptividad a la presencia, poder y dones del Espíritu Santo, un amor profundo por la Iglesia y su obra de evangelización, una fraternidad fuerte, y un celo gozoso por el Evangelio. Uno puede decir que la Renovación Carismática ha sido y sigue siendo la obra soberana de Dios, realizada a través del Espíritu Santo. Toca las vidas de hombres y mujeres de todos los estratos sociales, renueva su fe y reaviva en ellos un amor y un celo gozosos para servir a Dios y a su pueblo. Estos fieles laicos, sacerdotes y religiosos se han dejado sorprender por Dios, conociendo la experiencia y acción del Espíritu Santo en sus vidas. Al revisar nuestra historia de 35 años de Renovación Carismática, conviene elevar nuestros corazones en acción de gracias por los muchos dones espirituales y bendiciones que ha traído a la vida de la Iglesia Católica en Canadá” (Pentecostés 1993).
Más allá de cualquier explicación, lo que importa realmente es que la gente en este “movimiento” –y muy especialmente sus dirigentes– , tienen un equilibrio espiritual sano, que avanzan en un camino auténtico de santidad y manifiestan los frutos del Espíritu (cf Gal 5, 22): ¡esta es la madurez eclesial! (cf Christifideles laici, 1987).
Estamos agradecidos al Cardenal Suenens por mostrarle a la RCC el camino para su apostolado eclesial. Su herencia, discernimiento espiritual, sabiduría pastoral, y autoridad teológica, que ICCRS ha atesorado en sus Estatutos aprobados por la Santa Sede en 1993 será siempre relevante.
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LOS PAPAS Y LA RENOVACION CARISMATICA CATOLICA

martes, 8 de septiembre de 2009

Lectura espiritual de la Biblia



Se trata de una lectura completamente distinta del que lee por curiosidad científica, histórica, literaria, cultural. Son muchos los que leen así la Biblia, y no buscan ni esperan otra cosa más que satisfacer este interés.
Pero para que produzca los efectos que hemos de esperar, "la Escritura se ha de leer con el mismo Espíritu con que fue escrita" (Vat. II, Dei Verbum, N. 12).
Es necesario que a la lectura acompañe la oración: es así como se podrá entrar en diálogo con el Señor y se podrá escuchar su voz.
No lees un libro cualquiera, sino que te hallas ante Dios. Señor. Ponte por tanto, en actitud de fe y recogimiento en su presencia, sintiéndote ignorante ante la sabiduría y misterio de Dios, y clama con humildad: "Habla, Señor, que tu siervo escucha" (1Sa 3, 10), "enséñame tu camino para que siga tu verdad, mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre" (Sal 86,11l), "para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero" (Sal 119,105).
Lee despacio, con profundo respeto, en actitud de escucha, a la expectativa de lo que el Señor te quiera revelar interiormente, pues El quiere instruirte y enseñarte “el camino de la vida, hartura de goces, delante de su rostro" (Sal 16).
¿QUE EFECTOS PODEMOS ESPERAR?
Siempre que te pones a leer la Palabra de Dios con estas disposiciones entras en contacto con el Señor. La Palabra de Dios es la “presencia verbal de Cristo”.
Este contacto te transforma y te hace más parecido al Señor, y va modelando tu mente conforme a su mentalidad y a sus mismos sentimientos. Ese pálpito de la vida de Dios que allí se encierra necesariamente impregna tu corazón de la sabiduría divina.
Unas veces bastará que escuches al Señor, pues "a Dios escuchamos cuando leemos su Palabra" (Vat.II), como María que “sentada a los pies del Señor, escuchaba" (Lc 10,39).
Otras veces será recibir luz, inspiración, seguridad, aliento, "el consuelo que dan las Escrituras” (Rm 15,4). Y otras, se encenderá tu corazón, como cuando el Señor hablaba en el camino a los discípulos de Emaús y les explicaba las Escrituras (Lc 24,32).
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Además de todo esto, le vas conociendo a El cada vez más y mejor, familiarizándote con la manera de ser de Dios.
La lectura asidua de la Palabra de Dios vitalizará tu oración y contribuirá al desarrollo en ti de los diversos dones y carismas que el Espíritu te quiera otorgar: sabiduría divina, don de inteligencia y de revelación interna, crecimiento más profundo de la fe, de la esperanza y del amor, discernimiento, profecía, unción para la enseñanza y la evangelización.
Será así como su Palabra estará siempre presente en tu memoria y en tu corazón, de forma que ante cualquier situación, sea para ti o sea para ayudar a otros, enseguida acuda a tu mente la respuesta adecuada.
FRECUENCIA Y PROCEDIMIENTO EN LA LECTURA
Siendo un tesoro de tan incalculable valor, cuyas palabras encierran tan divina sabiduría, ¿cómo podernos justificar el que se nos pasen los días sin leer las Sagradas Escrituras? ¿No supone esto una gran desconsideración para con el Señor?
Cada día hemos de leer algo, Aquí más que nunca cumple seguir el lema: nulla dies sine linea (ningún día sin leer una línea).
Deberíamos hacer este compromiso como un obsequio al
¿Qué orden conviene seguir?
Puede ser leer diariamente algo así como un capítulo, siguiendo con el mismo libro hasta acabarlo, para después empezar con otro.
Otra modalidad sería atenerse a la lectura continuada de la Palabra de Dios que sigue la Iglesia en la celebración de la Eucaristía y en la Liturgia de las horas. Esta forma supone dar importancia a la Palabra de Dios que para ese día nos ofrece la Iglesia, la cual "siempre ha venerado la Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues sobre todo en la Sagrada Liturgia nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo" (Vat. II Dei Verbum, N.21). "Cuando se lee en la iglesia la Sagrada Escritura es el Señor quien habla" (Const. de Liturgia, N.7).
Conviene subrayar en el libro aquellas frases que más personal y directamente nos hablen, pues así resultará fácil volver de nuevo sobre ellas en otro momento.
UNA ADVERTENCIA
No se debe abusar en la utilización de la Biblia como medio de consulta de la voluntad de Dios, tal como hacen algunos que en momentos de duda abren la Biblia al azar para ver qué les dice el Señor.
Ante esto hay que decir que:
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• Dios es siempre un misterio inabarcable para nosotros, que en este mundo nunca podremos comprender, mucho menos acomodar a nuestra voluntad.
• Dios no se ha obligado a damos respuesta a través de la Biblia precisamente en el momento en que lo necesitamos siguiendo este procedimiento.
• No es esta la forma como se ha de utilizar la Biblia. Supone cierta ligereza, presunción y en el fondo es una manipulación y hasta tentar a Dios, aunque en la mayoría de los casos se obre con muy buena intención y con espíritu de fe y sencillez.
• Esta no es la forma. Más bien, leyendo la Palabra de Dios tal como se ha dicho antes llegarás siempre a distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto " (Rm 12,2) con el discernimiento y la sabiduría que el Señor te quiera comunic

sábado, 5 de septiembre de 2009

Entrevista con dios.......


Soñé que tenía una entrevista con Dios...

” Te gustaría entrevistarme?”

Dios preguntó.

”Si tienes tiempo," le dije.

Dios sonrió.

”Mi tiempo es eterno, qué quieres peguntarme?”

”¿Qué opinas de mi?...” pregunté.

Y Dios me respondió...

Estas tan ansioso por el futuro, que

olvidas el presente; vives la vida sin presente y como si nunca fueses a morir,y mueres como si nunca hubieses vivido...."

”Tienes prisa porque tus niños crezcan - y tan pronto crecen quieres que sean niños de nuevo. Pierdes tu salud para hacer dinero y luego usas tu dinero para recobrar la salud.

Las manos de Dios tomaron las mías y estuvo en silencio por un rato y entonces le pregunté...

”Padre, dime, qué lecciones deseas que yo aprenda?”

Dios respondió con una sonrisa:

Que aprendas que no puedes hacer que todos te amen y lo que puedes hacer es amar a los demás.

Que aprendas que lo más valioso no es lo que tengas en la vida, sino que tienes vida.

Que aprendas que no es bueno compararte con los demás.

Que una persona rica no es la que tiene más, sino la que necesita menos.

Que aprendas que únicamente toma unos segundos herir profundamente a una persona que amas, y que puede tomar muchos años cicatrizar la herida.

Que perdonar se aprende perdonando...

Que aprendas que hay personas que te aman entrañablemente, y que muchas veces no saben como expresarlo..

Que aprendas que dos personas pueden mirar la misma cosa

y las dos percibir algo diferente.

Que perdonar a los otros no es fácil, y que perdonarse a si mismo es el primer paso.....